Texto pétreo
Muros
para calarlos a simple balcón,
paredes
trepadas a enredaderas,
el cielo
se florece, claustros, veredas,
la
piedra apilada sobre las piedras...
Inspiro
tu celeste, bebo de la luz,
sabor a
salitre, a sombras frescas.
Las
voces se confunden, una inaudible
dentro
de vos nace secular, perpetua.
Me dejo
acunar como en una balsa,
peñón
de siglos, dolores, supervivencias.
La vida
expone sus batallas, Cartagena.
América
latina
(desde
Colombia)
No es mi
tierra y sin embargo
los
lenguajes se unifican a contrastes,
a
ancestrales dolores, los hablamos....
Vidas
conjugadas, vidas confundidas,
los
gestos se asemejan, se duplican.
La calle
vocifera rasgos, reiteradas medidas
de
supervivencia. Sumar pigmentos,
mixturar
las decepciones, los anhelos...
Detrás
van siglos de sojuzgamiento,
como
aluviones inmigrantes, somos esto
que
vibra, miente, se rinde, rebela, late.
El sol
expansivo nos corona, fortuitos
vamos
navegando por tu sangre.
Cartagena
Ciudad
suma de los nombres, Cartagena,
la vieja
amurallada y la viviente,
rumores
del hoy contra las piedras...
Mutación
de lugares, de contextos,
la
eternidad es este simple enredo,
todo es
vano, imperdurable, no importa
la
secular urdimbre de las historias.
Muros
acariciados, son nuestras las manos,
los ojos
que recortan cielos, el trazo
invisible
de caminarte hasta el cansancio.
Vale
vivir, los nombres, tantos, se deshilan
y en el
viento del atardecer son fibras,
hilos de
desmemoria. El mar y la noche,
silábicos,
delatan la oquedad de las voces.
Fotografías: Elisa V. Rezzonico