Como mínimos insectos: buscar la luz...


Gentileza: Inés Onzalo





















Atardeceres

¿Cuáles son los honores o las glorias,
cuáles?... Más acá del sol, se moja
la tarde en rastros de luz, en gotas,
el aire flota en polvo dorado, para todas
las visiones, las miradas todas,
sobre nosotros comulgan sol y atmósfera.
Vamos anónimos, preocupados.
Ronda de este día, similar a ayer,
rumiando pequeñeces dejarnos ser,
miserias que se esconden, la ciudad
de a poco encenderá sus luces y habrá
puntos, puertos, puertas para llegar.
Instantes íntimos de cada atardecer,
en los cuales agonizamos con él.
Escuchemos detrás de los ruidos,
como la noche se descama, negra piel.
¿Cuáles son los honores o las glorias?,
vulnerables atravesamos esta hora.






Mi palma en la pared...

Buscar la luz,
como lagartos,
golpeada por los años
mi palma en la pared,
el calor sobre la piel.
Qué poco pedimos,
nos volvemos primitivos,
primeros, únicos,
por siempre desvalidos.
Como mínimos insectos:
buscar la luz,
fragilidad nuestra.
El infinito azul
devora asteroides,
agujeros negros,
poco nos importa,
poco ya sabemos.
La vida es este aliento
húmedo, opaco de aire,
la textura del ladrillo,
el lenguaje de la carne.

Oswaldo Guayasamín




















Luz sobre crestas, fragmentada...

















Playa

Dejarse estar, yacer,
un invalorable placer...
aturdirnos a puro mar...
constante ir, voz sinuosa,
sólo rumorosas olas...
Ciclos de vida, gozo
éste mi inhabitual ocio:
para avistar vuelos,
para medir mil huecos
vida enterrada en la arena
en el ir y volver de la marea.
Miro niños jugando,
adultos como lúdicos niños,
los cuerpos reales, descarnados,
seres casi sin envase...
sin caparazón social.
Y el color estallando,
turquesas, esmeraldas,
luz sobre crestas, fragmentada...
Ay, privilegios de ver
 esta celebración continua,
aquí comulgamos con la vida.


(Tonsupa julio/12)















Minuto sin afuera o adentro


Un punto, la cortina desde fuera baja
al ritmo de mi brazo, ver a la ciudad
languidecer entre derramadas sombras,
minuto mágico, en él se desfonda
el reflejo del cuarto sobre el cristal,
se fusionan dos visiones: ya hay
adentro y afuera en lúdica imagen,
el cuarto y el barrio tan nuestros
como son también los inconfesables sueños.
La cortina cae, ahora la noche nos gana,
lo inmediato nos recupera y nos atrapa.