La inmensidad... deletreada entre palabras...






El afuera nos envuelve, somos menos que un punto...,
somos devoradores desbordados de paisaje...






Ah... paisaje

Las sierras pintan nubes,

o el sol pinta a las nubes,

o las nubes pintan las sierras.

Vivimos una bellísima confusión,

enfoco en infinito y voy

navegando la inmensidad.

La naturaleza pinta sueños

a contra luz y a contra sombra,

a contra asombros plenos.

Deslumbrante generosidad,

a ras de nosotros aserrado mar

de sierras que ondulan, sólo mirar,

mar de cielo y el camino real

que se hunde y reflota más allá.

Las nubes corren cielo y suelo a la par.



Vacaciones (Tanti)

Me dejo yacer, es bello,

a ojos cerrados los rumores

trazan un paisaje y aún sin verlo

el río canta su presencia sobre rocas,

el sol roza mi piel, se desborda

en luz sobre enramadas, es hora

de no hacer nada, sólo de percibir

el milagro de dejarnos ser, de vivir

sobre las lajas, a contra viento.

El instante se diluye sin desconcierto,

cada segundo vale una gota que cae,

una hoja trazando su elíptico viaje,

un silencio roto por alas. Me dejo yacer

y la vida acaricia a la mía, simple yacer.





Palabras con amor, palabras con dolor...


Queridos visitantes del blog, me tomo la libertad de incluir unos poemas vinculados a mi padre, disculpen este exceso de personalismo pero me mueve el cariño, y ello lo hace válido.
Sólo gracias por compartirlos conmigo.



Mi viejo y Racing

para Guillermo Luis Rezzonico


Una bandera, una consigna,

una pasión injustificada

me llaman, te presiento ahora

y está tu nombre a filo de mi boca.

Amaste esta emoción blanca,

celeste, lealtad descontrolada,

ella en su arbitraria forma

te da cuerpo, remueve memorias.

Si grito un gol, si palpito un triunfo

doy sonidos a tu voz ausente,

construyéndote en presente

mi alma hace de esa tuya

una comprensión extensa,

una compañía incondicional,

una dulce y calma presencia.

Si el fútbol me regala rozar

tu piel en este abrazo generoso,

inesperado, bendito sea,


mi garganta es tu grito, mi alma

conmovida, feliz, te recrea.













Cuando cruzo Varela



Cuando cruzo Varela me pregunto:

¿dónde estará mi padre ya desenterrado?,

y regurgito un sabor a desamparo

como el que mordimos entre labios

bajo el calor de enero en ese su entierro,

y la nada se excusó y la llamamos cielo,

y la nada es siempre nada, sin remedio.