Bebo de la luz, y es sano...

 













Mendoza, 2013

Ávidos y hambrientos pero gozosos
acariciando horizonte mis ojos
delinean montañas. El aire es otro.
Se abre a la luz, cae dibujando
sobre calles esqueletos de plátanos.
Miro, enfoco, obturo neuronas,
revuelvo horas, detalles diluidos, memorias.
Uno tiempos, como lazadas, y anudo.
Embriagador juego de evocaciones,
la vida, sus seres entre claro oscuros.
Bebo de la luz, y es sano, mastico de a uno
instantes recuperados. Ellos me nutren
como este roce con las hojas, se funden
viento y tiempo, seres por siempre amados,
coexistencia de conjugaciones perdurando.


 


  










Hoja

Ocio obligado, estar y yacer,
yo que amaso tiempos escasos
y hago en ellos mis ritos diarios...
Me entrego..., mirar a la luz, líneas
como sombras de viento, esquivas.
Inesperadamente una hoja cae,
la sigo a mirada, ondulado viaje.
Recorrer este halo, espacio y tiempo,
con ella caer, tensar del momento.
Soy árbol ocre, magnánimo, me deshojo,
soy esa sombra mínima devorada luego,
y la luz que nos cubre como sosiego.
Yacer y rozar vida, entrarla en silencio.


  


Seis patas
  
La foto te  congeló en tu ternura...
comerte a ojos, lenguaje silencioso,
mi mano persistiendo en tu lomo...
Qué magro es lo que necesitamos,
nutrirnos en el encuentro. Vacuos
los gestos del día siguieron girando...
nos llevamos a rastras cada sombra,
los pasados mellados, las inciertas formas
en las que mutará la existencia. La tarde
se desglosa, se abre en momentos triviales,
allí, simples dos, hemos escondido el instante.


 













 Fotos: Elisa Rezzonico

Sólo la percepción, la sospecha...
















Querernos

De la suma de los instantes
que marcaron esos cuatro días
elijo uno, yo en forma subjetiva
me instalo bajo aquella luz,
un desgranado sol de junio
y la volatilidad del mediodía,
en la fuente palomas, nos ignoraban,
aleteos, baños rituales, danzas,
contraluz de gotas que se multiplicaban,
yo tome fotos, mi camara precaria
mi mintió desde su fragil eternidad,
nada retorna, ni siquiera es magnífico,
sólo el contacto de las pieles tibio,
evanescente, palpable, sólo los labios
y el lenguaje de querernos, es extraño
ni opulencia ni lujuria, tanto descarto,
la proximidad de dos cuepos, su dulce desgano.


















Cielo de julio


Sólo la percepción, la sospecha
de una belleza derramada,
de una visión capturada,
entre párpados y miradas
me conmueven, me estremecen,
en este asombro estoy feliz.
La noche es generosamente
bella y se despliega sobre mí.