Palabras en ocre


Cita con el sol


Cinco minutos...
para mirar el atardecer,
dorado tiempo, sólo él
se suspende entre asfalto y cielo,
entre vivir y dejarme creer
que se maneja la vida.
Cinco minutos...
giraré, agua por el sumidero,
hasta la próxima tarde,
de oro me esperará el cielo,
avenida y plátanos, me creo:
que vivo, y que vivo me miento.




Domingueando

La vereda tiene otros colores,
sombras de domingo, marco
de apuros postergados,
de replanteos y monólogos
sin respuestas, yo los hablo,
conjugo sueños, frustraciones.
Hoy hay tiempo para mirarnos
frente al cristal: arrugas, mi cara,
pobrezas vedadas, descarnadas.
Hoy la mañana encerró todo:
lo por hacerse, por deshacer, todo,
en confuso y anárquico modo.
Hoy me dejo llevar, planeo
combates, semanales batallas,
me glorifico en un instante,
me justifico cobardías tales
que sólo los domingos pueden darse.
Habrá una tregua de siete días,
esfuerzos hilados en rutinas,
en siete días estaré tan mínima
como soy, como me veo caminando
esto de vivir incierto y por de más humano.




Miro aljabas...

Bajo la lluvia
de mi balcón enrojecen las aljabas,
la tarde se corta
al filo de una sirena que pasa.
¿Pensar en qué,
dónde, por qué?, pensar para detener
los años, los males.
Nada es, apilo palabras, torres de papel,
lo real existe
en la dimensión cruda de lo imposible.
Cae agua, mares
y la vida se desagua, tan inevitable,
se desangra.
Refugio de color, de calor, de candor,
como si recién
hubiéramos nacidos, dejarnos ser.

Palabras con aroma a café

Café con problemas

Desatinos o destinos...
caen los granos de azúcar,
arena blanca en la espuma
blanca, desaparecen,
se escurren como también
nosotros, me preocupo ¿por qué?.
En círculos de dudas
giro con mi cuchara,
laberinto y taza de café.
Me hundo en improbables,
probables inmanejables.

Caemos arenas de azúcar, basta ver
como nos disuelve la vida, a su vez.











Buenos Aires, carrusel




La ciudad que casi gira
en su música de esquinas,
cadencia a callecita,
voy, corcel de madera,
él pintarrajeado me lleva
a recortar paisajes,
los ojos acostumbrados
a estos ritos ciudadanos:
colectivos, molduras,
adoquín, la calle en fiesta
es amada y grotesca
sucesión de personajes
conocidos, penados, sombras
de lo que quisimos ser,
espectros de lo que aún seremos,
giros, noción de incierto,
el barral vertical me eleva,
baja mi corcel de madera,
destino que nos lleva
en su danza desprolija,
calecita sin sortija.



Café y ventana


Hoy no hay sol, más no parece,
la calle transita sus historias latentes,
dos personas conversan, la mímica muda,
lenguaje tras cristal, se vuelve suma
de movimientos, con su antes, su después
cada uno pasa, misterios en pie,
cada uno y la vida misma desbordada.
Hoy no hay sol, para mí la mañana
es una luminosa excusa. Me instalo
a suponer vidas ajenas, tránsito
de frágiles humanos, agradezco el aire,
que no es poco, estos privados instantes
en los que vago conmigo sin remedio.
Agradezco la luz y esta nuestra zozobra
de vivir, aferrados a vivir, sin más remedio.