Hoy 13 de abril nos embarga la tristeza. Eduardo Galeano abandonó la vida. Mejor diré, la vida tendrá que resignarse a prescindir de su arte, de su sabiduría, de su permanente compromiso para con ella.
Estos textos son anteriores a la fecha pero hoy los he convocados. Intentan acompañar nuestro desabrigo, la desazón, nuestra simple orfandad.
Gracias por compartirlos.
Palabras
sin voz... por vos
Tu
muerte como otras, pocas, es razón
indeclinable
para inventar un cielo,
(poco
importa lo que en realidad creo).
La
orfandad nos deja ese, su sabor.
Amarga
es la tarde, te llora el alma,
hueco
vivo, dulce e hiriente llaga,
en vos
tantos invisibles se acallan.
Un cielo
como ilógica persistencia,
un
cielo, un ruego... muerte que doblega.
Mi mente
abarca una visión cotidiana,
no hay
resquicio, indicio, simple raja,
y el
alma vaga como desconsolada.
Un cielo
para Eduardo, excavemos la nada...
Testigo
de partida
El filo
de una vida quema,
remueve,
socava la nuestra.
Amnésicos,
esquivamos bordes,
negamos
confines, torpezas,
nos
chocamos contra el cristal
y
él
quebrado
se
estalla,
somos
certezas astilladas.
Vivir
también es esto de ir
tanteando
vacíos, esquivos,
buceando,
rehaciendo
sentidos.
Borde
del borde, me hiere
el sabor
de la ausencia, puede
esta
hambre de otros, de vosotros.
Pildora
amarga que tomo:
saber
que estamos partiendo,
sin el
dónde, el cómo, el cuándo,
huérfanos,
desnudos, despojados...