7.30 am (Calasanz y Rosario)
Debajo de un cielo
color de rosa
la calle languidece
aún más rosa,
una magnífica luna
redonda
se desluna y va
pavimento abajo,
rueda a la par que
lo hace mi vista,
a tumbos rebota
esta visión inesperada.
Todo era: hábitos,
rutina, bastaba
pararme casi en la
misma baldosa,
bostezar a filo del
mismo cordón,
agenda en mente
hojear el pregón
de letanías. Se
pulverizó todo:
el instante, el
titilar del cosmos,
la calle sobre mi
retina, absortos
percibimos los
sonidos urbanos
y con la luna: a
rodar rodamos.
Habitante urbana
Aquella nube corre
presurosa,
miro y soy un par
de ojos
mirando a la nada.
Entre tanto voy
solitaria
llevándome con
disimulo,
al llegar
desplegaré saludos,
intentaré no
herir, pasar
tan presente como
ausente,
¿soy clara?, cómo
explicarlo.
Veo a tantos en un
día, hablo,
detallo muy bien lo
impersonal
y cuando miro hacia
lo alto
busco y por demás
encuentro
grises de nubes, un
vuelo,
la luz abierta en
despilfarro,
me acompaño y a
cielo me embriago.